Cobro por adelantado
Bueno, bueno, bueno…, os voy a contar lo que me pasó ayer, que fue de premio. Un episodio más de mi reality show favorito: “Vivir siendo autónoma sin perder la paciencia (ni el hígadillo)”.
Para quienes aún no lo sepan porque vivís en cuevas o porque simplemente no me habéis escuchado lo suficiente, soy autónoma. Sí, esa especie mitológica que cotiza como si tuviera acciones en la Seguridad Social, duerme como si viviera en un capítulo de “24”, y no puede ponerse mala porque si no, se le cae el mundo y la cuenta bancaria.
En mi negocio, que no es un after ni una charanga ambulante, sino algo con un poquito de orden, para venir tienes que hacer una reserva previa por internet, con pago anticipado, sí señor. "Ohhhh, qué escándalo, qué desfachatez, ¡cobrar por adelantado!", dirán algunos desde su sofá mientras piden sushi con la app del móvil, van a conciertos o cogen un avión para ir de vacaciones. ¡Lo nunca visto! ¡Una persona queriendo cobrar por su trabajo! ¿Dónde vamos a parar? Sí, claro que tú seguramente pagas con abrazos en Amazon, ¿no? Bueno, pues agarraos queridos, que esto va a empezar.
Domingo por la mañana. Suena el teléfono a las 11:32, y yo ya mentalizada para la jornada. Tenía una reserva a las 12 en punto, así que ya sabéis, el café en la mano, la sonrisa lista, y todo preparado.
Ring ring.
Contesto con mi mejor voz de teleoperadora motivada por la vida:
—Buenos días.
Y me suelta
la joya:
—Hola, que somos las chicas que iban a ir a las 12…
¡OJO AL DATO! “Iban”. En pasado. Ya empezamos mal. Eso es como cuando tu pareja te dice “tenemos que hablar
—Sí, dime.
—Que una se ha puesto malísima de la tripa, de verdad eh, “fatal, fatal”,
y que la vamos a llevar a urgencias.
O sea, el apocalipsis estomacal. ¡Ay madre! ¡Dramón! Vamos, que si me descuido llaman a Gustavo, el reportero más dicharachero, para cubrir el evento.
—Vaya, qué mala suerte.¿Y no vais a
venir ninguna?
—No, es que vamos todas a urgencias.
¿Todas? ¿De verdad? ¿Pero qué sois, el cuerpo médico de urgencias de Anatomía de Grey? ¿No puede una quedarse en la sala de espera y el resto venir?
—¿Y podrías devolvernos el dinero?
Claro, cariño, y ya que estoy te hago
un bizum con intereses, te lavo el coche y te escribo una carta de disculpas en
papiro.
—Lo siento un montón, pero falta menos de media hora para vuestra reserva, la persona que os va a atender ya está allí, con todo listo, las cámaras encendidas, el airecito puesto para que no tengáis calor, y el alma entregada.
—Ya, pero es que no vamos a poder ir.
—Ya, pero esa persona que está allí
cobra también por trabajar.
—Ya bueno, pero no cobrará lo que hemos
pagado, ¿no?. ¿Y una parte? ¿Nos podrías devolver una parte?
¿Una parte? ¡Claro que si guapi! Te devuelvo una parte proporcional a tu nivel de cara dura. Porque en mi empresa no trabajamos por dinero, sino por ilusión, por amor al arte, y porque las facturas se pagan solas con energía positiva, ¿verdad?
—Si me hubieras avisado a las ocho de la mañana, pues vale, a lo mejor, con suerte, puedo reubicar esa hora y pensármelo. Pero ahora...
Y sigue la insistencia. Que si pobrecitas, que si es que no es culpa suya, que si la vida les ha dado un revés gastrointestinal inesperado…
A ver
guapas, que una ya ha oído de todo:
—Que si ha muerto una abuela de una forma inesperada
—Que si se ha pinchado la rueda del coche,
—Que si ha venido una nave espacial y se ha llevado al gato.
—Que si una paloma se ha cagado en su aura y no han podido salir de casa.
Yo me creo todo, eh? Que en ningún momento he podido pensar que salisteis anoche y llegasteis como Magoo. Pero tú, ¿te crees que esto funciona con arcoiris y esperanza?
Vamos a ver. Que no creo yo que sea tan difícil de entender. Lo voy a
explicar clarito: Si tú compras una entrada para un concierto de
Shakira, y al final no vas porque te dolía el juanete, ¿tú la llamas y le pides que te devuelva el
dinero? ¿Te imaginas?
—Hola Shaki, oye que soy Mari Carmen, que no voy a poder ir a verte porque me
duele el juanete, ¿me puedes hacer un Bizum?
NO. Porque eso no se hace. Tú lloras en tu casa, la revendes, o se la regalas a tu prima. Pero no llamas a pedirle el reembolso a la artista.
Y lo de llegar tarde ya es otra historia de ciencia ficción. Tú llegas tarde al cine, y ni se te ocurre decirle a nadie que te ponga la peli desde el principio, ni el acomodador se va a poner a tu lado a explicarte lo que te perdiste. Pero claro, en mi caso, hay quien llega tarde y espera que le saque minutos de la chistera. ¡Mira, chica, si llegas tarde es tu problema, no quieras hacerme sentir como la bruja malvada del oeste por tu parsimonia en la vida!
¿Dónde está tu respeto por el trabajo de los demás? Hay una persona que se ha levantado, se ha vestido, ha preparado el espacio, se ha desplazado y espera que, como mínimo, se valore su tiempo. Porque chica, sorpresa: ¡la gente trabaja para cobrar! Qué locura, ¿verdad?
Y entonces
viene la parte buena: los que se
indignan porque en más sitios te piden el pago anticipado.
¡Normal! Con tantos “reservo por si acaso y luego ya veo si me da la gana
aparecer”. ¡Claro que hay que cobrar antes! Porque si no, el que pierde siempre
es el mismo.
Por ejemplo en los restaurantes, mucho indignado porque pidan pago en la reserva. A caso no conoces tu algunos especímenes deleznables de esos que reservan en 3 o 4 sitios y cuando están con la cuadrilla ya deciden a cual ir? ¿Y que pasa con los otros tres a los que no has ido? Mesa perdida y gente a la que le han dicho que no podían comer ahí, que no había sitio. Que no es que el restaurador trabaje por amor al arte, guapi. Que eso de reservar y luego decidir dónde ir, mientras el pobre hostelero, que estaba ilusionado por freírte unas croquetas con amor, se queda mirando la mesa vacía como si fuera un capítulo triste de "First Dates". Pues se acabó. Bienvenido al siglo XXI: ¡reserva, paga, y si no vas, pues mira, te aguantas!
Y luego
están las reseñitas, que eso si
que no falla claro. Porque no hay mayor superpoder para esta gente frustrada
del sXXI que ser el “influencer” del Google Maps, y castigar a alguien que no cedió a sus caprichos con una estrellita y un
párrafo vengativo.
—“El trato fue correcto, pero no me devolvió el dinero cuando YO no fui.”
Claro que si campeón. La próxima vez te lo mando con una paloma mensajera y te
grabo un TikTok pidiéndote perdón por existir.
En fin, que gracias por dejarme desahogarme. Porque bastante tenemos ya con las sangrías de las cuotas, las facturas, el IVA, el IRPF, las inspecciones, la falta de vacaciones y la presión arterial... ¡Como para que encima venga la tropa de "me ha dado pereza levantarme" a pedirme el reembolso en modo drama coreano!
Menos mal
que el 90% de la clientela sois amor puro, mantequilla derretida, arcoiris y
café caliente.
Pero ay, ese 10%… ese 10% que hace que
a veces quiera dejarlo todo para irme a vivir a Saturno.
Así que ya
sabéis:
Reserva, paga, y si no vienes, al menos
no pagues tu frustración conmigo. Tómate una manzanilla y supéralo.
¡Gracias por escucharme!
Comentarios
Publicar un comentario