La Increíble Vida de los Autónomos: Un Viaje de Glamour y Lujo
¿Alguna vez has visto esos documentales sobre atletas extremos que se lanzan de acantilados o surfean olas gigantes? Pues esas personas no tienen nada que envidiar a un autónomo. ¡Los autónomos en España, esos valientes guerreros que luchan cada día en una batalla sin fin! Porque, claro, ser autónomo no es solo trabajar sin parar para ganar menos de lo que cuesta el café en una oficina, ¡no, no! Ser autónomo es enfrentarse a un mundo hostil lleno de retos épicos.
Nosotros elegimos ser autónomos porque alguien nos susurró un día al oído: "Serás tu propio jefe." Lo que no nos contaron es que tendríamos muchos jefes por encima llamados Hacienda, Seguridad Social, cada cliente que decide pagarte tarde... o nunca y por si no fuera poco, hoy en día tenemos también todas esas sanguijuelas que han nos han salido on line.
Uno de los lujos de los autónomos es la jornada laboral flexible. Puedes trabajar cuando quieras... mientras ese “cuando quieras” sea siempre. Mañana, tarde, noche, fiestas, cumpleaños... cada instante de tu existencia es facturable. O, bueno, podría serlo si consigues un cliente que no quiera pagarte con “amistad”. Porque cuantas veces has oído eso de "puedes hacerlo más barato" o "mi sobrino me lo hace gratis". "¿Vacaciones?" Sí, claro ¿Cómo no?, siempre y cuando vacaciones signifique contestar correos desde la playa mientras pagas el hotel con lo poco que queda tras la cuota de autónomos, mientras rezas para que cuando vuelvas sigas teniendo luz.
Por supuesto, ser autónomo también significa ser un genio de la administración. Eres tu propio jefe, pero eso significa que también que eres tu propio recadero, tu contable y, a veces, tu propio becario. ¡Eres la empresa completa en una sola persona! ¡Multiusos, como una navaja suiza, pero con más estrés y menos filo! Los autónomos son maestros del “yo hago de todo” mientras reparten tarjetas de visita que probablemente diseñamos nosotros mismos a las tres de la mañana.
Esos trámites fiscales, ese pasatiempo que
hace que jugar al Sudoku parezca un juego infantil. Cada tres meses te
conviertes en matemático amateur para calcular cuánto IVA e IRPF debes
regalarle al Estado. Porque sí, querido lector, aquí en España el autónomo
tiene un objetivo claro: subsidiar al país entero. Para
los asalariados, los números son simples. Ganas 1.500€, pagas impuestos, te
quedan 1.200€. Fácil, rápido y sencillo, para toda la familia. En cambio, para
nosotros, los autónomos, cada euro ganado viene con esta ecuación mágica:
Ganancia - (30% para Hacienda + gastos + facturas de
la vida real) = Lo que queda para llorar.
Y la famosa cuota de autónomos. Esa sangría fija que nunca falla, ese derecho de pernada que tienes que pagar por querer trabajar, pase lo que pase eh. Este mes tuviste la mala suerte de caer enfermo (por otro lado algo muy raro en un autónomo) y no facturaste... ¡da igual! Hacienda necesita su porción, como un tiburón oliendo sangre. Hacienda no es una institución: es un club de fans obsesionado contigo, siempre pendiente de lo que haces.
¿Sabías que, de los 12 meses que tiene el año, un pobre autónomo trabaja tres enteros solo para pagar al Estado? ¡Tres meses! Mientras por ejemplo en Escocia te dejan vivir con tus primeros 12.570€ intactos o en Francia los 10777€, aquí hasta el aire que respiras te lo descuentan con recargo. Te sientes el serpa de todos los políticos, alimentándolos con tu esfuerzo y lágrimas mientras ellos toman marisco con cava y buena compañía. Un pequeño tributo patriótico, ¿verdad?
Nosotros, los autónomos, somos los espartanos que sacamos el país adelante, pero muchas veces nos sentimos como esa avanzadilla que sabes que van a acribillar sin piedad, pero es por el bien de todos los demás..
Y como decía, hoy en día ya no solo tienes que lidiar con esto no. Ahora nos enfrentamos también a internet. Primero las reseñas de Google, esas críticas constructivas que vienen de clientes que no tienen ni idea de lo que estás haciendo y lo que te cuesta, pero que te destruyen el alma con solo una palabra: "regular". "¿Regulín? ¿REGULÍN? ¡Pero si me he deslomado todo el día para todo estuviera a la perfección!" Claro, que eso no se valora, porque el cliente siempre tiene razón, ¿verdad? Especialmente el que ni siquiera sabe cómo se usa el wifi.
Y no hablemos de los influencers. ¡Ay, los influencers! Esos seres de otro planeta que creen que darles tu trabajo y esfuerzo gratis es hacerle un favor a tu negocio. “Oye, si me invitas te hago un post en mis redes” ¡Vaya negocio! Si te has quedado sin dinero para pagar la factura del teléfono, no te preocupes, ¡que con el poder de una publicación de 12 segundos en su cuenta con 5 likes, seguro que te caen miles de clientes! Ah, pero recuerda, que si tu servicio no es perfecto, la publicación pasa a ser un "no recomendado", no en sus redes, porque no van a dar la cara, para eso están las reseñas de google o tripadvisor. ¡Todo un lujo!
Y qué decir de las empresas que te quieren incluir en sus fantásticos buscadores a cambio de nada. Te lo ponen todo muy bonito, “solo un pequeñísimo coste mensual de 150€, pero con la promesa de que aparecerás en los primeros resultados de su buscador. Un ofertón, vaya”. Y claro, tú, que con suerte tienes lo justo para pagar la cuota de autónomos, te preguntas: “¿Realmente vale la pena quedarme sin aire por unos cuantos clicks en un portal que ni conozco?”. La respuesta, claro, es NO, pero esto solo lo descubres cuando ya has vaciado la cuenta y ahora te toca ponerle una vela a la esperanza.
Y después de todo eso, te miras al espejo y te preguntas: “¿Realmente soy un héroe por seguir aquí? ¿O simplemente un masoquista al que le encanta sufrir por amor a la causa?” Porque si todo esto no te ha hecho pensar que lo mejor es vender la empresa, apagar la luz y apuntarte a la "paguita", entonces eres de otro planeta. O eres un autónomo de esos que, como un superhéroe, jamás se rinde... hasta que llega el momento de decir: "¿Sabe qué? Mejor me voy a casa, me tumbo en el sofá y espero que llegue el próximo mes para que Hacienda me recuerde que todo esto es un mal chiste".
Pero bueno, que no cunda el pánico. Seguiremos al pie del cañón, soñando con el día en que tal vez alguien diga: “Ey, ¿y si cuidamos un poquito más de estos locos que dan trabajo a otros?” Hasta entonces, aquí seguiremos, con una taza de café en una mano, la calculadora en la otra y una factura impagada en la frente.
Queridos asalariados, abrazad vuestra vida de privilegio. Queridos autónomos, dejad de leer esto y volved al Excel. Hacienda no espera y estamos a fin de año.
¡Larga vida a los autónomos! Que son los que sustentan este país. Y por supuesto ¡que nunca falten las risas en el camino al desastre!
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