Mamá, hoy te celebramos (porque lo dijo un funcionario en 1925)
El Día de la Madre. Esa gloriosa jornada internacional donde el mundo entero, de manera descoordinada y absolutamente confusa, decide más o menos rendirle homenaje a la maternidad… aunque nadie se haya puesto del todo de acuerdo en cuándo ni por qué. Porque claro, ¿qué sería del amor filial sin una pizca de caos geográfico y un calendario que parece salido de un bingo?
Lo único claro es que este día no es simplemente para agradecerle a tu madre por los nueve meses de alquiler gratuito en su útero y por tolerar tus berrinches hasta los 35 (y sucesivos), sino que se trata de algo mucho más profundo: un rito simbólico lleno de ternura, comprensión, y, por supuesto, mucha, pero mucha culpa emocional.
Y para los que piensan que esta moda de celebrar a mamá viene de influencers con delantales a juego en Instagram... sorpresa: la cosa es más vieja que Matusalén. Literalmente. En la Antigua Grecia, los buenos hijos de la época ya tenían montado su show maternal. Allí adoraban a Rea, la madre de medio Olimpo (y no cualquier medio: hablamos de Zeus, Hera, Poseidón… lo mejor del panteón y también los más problemáticos). ¿Y qué hacían para homenajearla? Pues nada, lo típico: un fiestón en primavera, como si fuera la rave de las diosas. En Roma no se quedaron atrás y veneraban a Cibeles, diosa de la tierra, con rituales que harían palidecer a cualquier spa. Mientras que en Egipto, Isis ya era la madre de todos los hashtags espirituales.
Luego llegó el cristianismo, con su amor por el monopolio simbólico, y dijeron: “¿Para qué tantas diosas si tenemos a una Virgen que lo hace todo bien sin decir ni pío?”. Así que empaquetaron todo el amor maternal del planeta y lo pusieron en la figura de la Virgen María, con día incluido: el 8 de diciembre, por si te lo estabas preguntando. Porque sí, felicitar a tu madre justo cuando estás empezando a pensar en los turrones siempre fue muy estratégico.
En España, como no íbamos a ser menos, abrazamos esa fecha con devoción durante siglos... hasta que apareció el auténtico héroe nacional que nadie pidió: un funcionario de Correos, Julio Menéndez García en 1925. Este visionario con alma de poeta planteó una iniciativa que inmediatamente fue difundida por todos los periódicos nacionales, pensó que lo de las flores y los abrazos merecía su momento propio, un día exclusivo y ¡zas! escribió el “Himno de la Madre”, probablemente el único poema donde las madres no mueren trágicamente al final.
Y así, en 1926, nació oficialmente el primer Día de la Madre “a la española”, dentro de la muy sutilmente llamada “Semana de la Bondad”. Sí, todo muy natural. Ni propaganda, ni agenda, ni nada. Solo niños entregando flores como si acabaran de salir de una novela de Dickens.
Pero como en España las fechas nos las tomamos como sugerencias, al año siguiente ya había gente diciendo: “¿Y si copiamos a los americanos?”. Porque si algo sabemos hacer bien, es mirar a Estados Unidos con ese brillo en los ojos que solo un país en proceso de internacionalización forzada puede tener. Así, Zaragoza, Málaga y otras ciudades decidieron celebrar el día en mayo, porque claro, ¿quién necesita coherencia cuando tienes moda global?
Y entonces llegó el jefazo, Franco (sí, él otra vez) y dijo: “Esto es muy moderno para mi gusto. ¡Devuélvanme mi 8 de diciembre cristiano, por favor!”. Y así lo hizo, porque nada dice mejor “festejo maternal” como una dictadura moviendo el calendario a su antojo. Aunque, para tu tranquilidad, hoy en día solo Panamá sigue fiel al 8 de diciembre. Qué bonito es el compromiso... cuando lo tiene otro país.
Pero ¡espera! Aún hay más. En 1965, el gran cerebro colectivo detrás de las fiestas comerciales, también conocido como “los grandes almacenes”, decidió que en EEUU se lo montan mejor, ellos lo celebran el segundo domingo de mayo que se vende más. Y como aquí nada es por dinero, sino por valores profundos y espirituales (guiño, guiño), se buscó una excusa divina y es que todo el mundo sabe que Mayo es el Mes de María. Porque claro, si ya tenemos una figura materna sagrada, ¿por qué no alinearla con un posible 3x2 en cafeteras y menaje para el hogar?
¿Y qué día de mayo, te preguntarás? Pues el primer domingo, no el segundo como los estadounidenses, porque nosotros tenemos ese pequeño complejo de “igual pero diferente”. Además, así encajaba con otra festividad que, sorpresa, también tenía flores: las Cruces de Mayo en Andalucía. Así que todo cuadró: religión, consumo y un domingo con sol.
Y ahora, aquí estamos. España celebrando el Día de la Madre con un fervor que mezcla lo divino, lo comercial y lo absolutamente confuso. ¿Y quiénes lo celebran con nosotros el primer domingo de mayo? Pues un grupo selecto y random: Portugal, Sudáfrica, Hungría, Lituania, Angola y Andorra. Una alineación internacional digna de una Eurovisión alternativa.
Así que ya sabes: cuando compres flores este año o subas esa foto con tu madre en blanco y negro diciendo “la mejor del mundo mundial”, recuerda que estás participando en una tradición que ha pasado por diosas, vírgenes, dictaduras, funcionarios con alma de poeta y grandes almacenes hambrientos de ventas.
¡¡Feliz día mamá!!
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