Día del Padre: Un brindis por los reyes del asado, los chistes malos y las corbatas feas

Hoy es el Día del Padre, esa maravillosa jornada en la que los papás de medio mundo reciben el más valioso de los tesoros: una manualidad con purpurina mal pegada o, si tienen suerte, una corbata que jamás usarán. Pero, ¿de dónde viene esta entrañable tradición de celebrar al jefe supremo de la casa? Vamos a hacer un pequeño viaje en el tiempo.

Resulta que, en la antigüedad, ser padre no solo era un título, sino prácticamente un superpoder. En la Grecia clásica, el hombre era el gran creador de la estirpe, mientras que la mujer… bueno, ella simplemente era la incubadora con patas. Algo parecido pasaba en Roma, donde el padre no solo tenía el control total sobre la familia (patria potestas), sino que también podía decidir sobre la vida y la muerte de los suyos. Un auténtico sueño de la autoridad absoluta, ¿eh?

Pero no os preocupéis, que la historia avanzó y, aunque el cambio fue más lento que un lunes por la mañana, en algún momento del siglo XX los papás pasaron de ser temidos emperadores a… bueno, proveedores de abrazos, chistes malos y tutoriales de cómo cambiar una rueda. Y con tanta transformación, a alguien se le ocurrió que, al igual que las madres tenían su día especial, los papás también merecían un poco de amor. ¡Qué detalle, eh!

En España, Italia y Portugal, la elección de la fecha no fue aleatoria. Se escogió el 19 de marzo porque es el día de San José, el padre putativo de Jesucristo. Vamos, el papá más famoso por hacer lo que muchos papás modernos hacen: criar a un hijo que no es biológico y hacerlo con una paciencia digna de santo. La idea de institucionalizar la celebración en España vino  en 1948, de la mano de una profesora en un barrio madrileño llamado la Dehesa de la Villa, Manuela Vicente Ferrero se llamaba. Pues bien la buena señora tuvo que ceder ante las quejas de padres indignados y celosones que también querían recibir regalos escolares tan emocionantes como los que recibían las madres. Y así nació la tradición de que los niños lleguen a casa con una obra de arte abstracto hecha en cartulina y pegamento, lista para ocupar la nevera durante el tiempo que tarde en despegarse.

¿Y cómo celebramos el Día del Padre en el mundo? Pues depende del país:

  • 19 de marzo: España, Italia, Portugal… porque José sigue siendo el papá del año.
  • Tercer domingo de junio: En EE. UU., Colombia, Argentina, México… Porque ¿qué mejor mes para recibir un par de calcetines nuevos?
  • Primer día de verano: Líbano, Egipto, Jordania… al parecer, calor y amor paternal van de la mano.
  • Segundo domingo de noviembre: Estonia, Suecia, Finlandia, Noruega… cuando ya hace frío y toca recordar que los padres también existen.

Pero sin importar la fecha, el propósito es el mismo: agradecer a esos hombres que han dominado el noble arte de asar carne en la parrilla, dar consejos que nadie pidió y quedarse dormidos en el sofá con el mando en la mano.

Así que, papás del sur de Europa, preparad vuestras mejores sonrisas para recibir esos regalos llenos de amor y purpurina que os han estado ocultando estratégicamente en la mochila desde hace días. Y sí, puede que la manualidad parezca un accidente de pegamento y brillantina, pero recordad: lo importante es el esfuerzo y la ilusión con la que la han estado preparando y escondiendo. A demás ahora tenéis más suerte, el regalo puede ser cualquier cosa, en mi época sabían que les iba a caer otro cenicero de arcilla. Y a los que tenéis hijos más mayores, atentos: si son de la vieja escuela, os espera una corbata clásica que se unirá a la colección de corbatas que jamás habéis usado o unos calcetines con unos motivos muy random que estén de moda ahora. Si son más modernos, probablemente os hayan regalado una experiencia "única" que puede ir desde una cata de vinos a ciegas hasta un retiro espiritual en medio del bosque donde os harán “reconectar con vuestra esencia”. (Sí, yo ya lo sé, vuestra esencia lo único que quiere que es una siesta).

Pero no os preocupéis, porque hoy es vuestro día. Hoy podéis poner los pies en la mesa sin que os miren mal, contar ese mismo chiste que nadie quiere escuchar por décima vez y, si os ponéis las pilas, hasta puede que os dejen elegir el canal de la tele sin discusión (aunque sabemos que al final acabaréis viendo lo que quiera la familia, como siempre).

Así que, papás del mundo, disfrutad vuestro día como mejor sabéis: dando discursos motivacionales que nadie pidió, enseñando a hacer nudos de corbata aunque nadie los use y perfeccionando ese arte tan vuestro de dormiros en el sofá mientras aseguráis que “solo estáis descansando la mirada”.

¡Feliz Día del Padre a todos! Pero, sobre todo, feliz día al mío, que es el mejor (y el único que tiene la paciencia suficiente para aguantarme). Te quiero, papá, feliz día. Y sí, este mensaje cuenta como regalo. No insistas. Mmmmmmua

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