Agenda 2030: Salvemos el planeta. Pero hazlo tú.
¡Ah, la gloriosa Agenda 2030! Ese librito mágico que promete salvar el planeta a costa de asfixiar nuestras neuronas y nuestras libertades! Una lista de 17 mandamientos universales que te imponen con la dulzura de un martillo pilón. Porque claro, ¿qué sería del mundo sin esta nueva Biblia moderna para la sostenibilidad, que viene con menos fe y más PowerPoint? Porque ten claro que tú eres el problema. Aquí va un repaso a algunos de sus brillantes "objetivos", con ese humor de quien ya está al borde de la catarsis.
Objetivo 1: Fin de la pobreza. Fantástico, siempre que no cuentes la pobreza emocional de no tener ni para soñar con un sueldo digno. Porque spoiler: la pobreza no se acaba; se distribuye, y siempre te toca la parte pobre. Pero tranqui, que te dicen que eres parte de la solución cada vez que compras el café ecológico a precio de gasolina premium. Y si te cuesta llegar a fin de mes, no te preocupes: ¡es por la sostenibilidad! Nada de pedir aumentos, que eso genera inflación. Mejor aprende a comer arroz 5 veces por semana, mientras los ricos están ocupados salvando ballenas en sus yates a la que van mirando sus finanzas online.
Objetivo 2: Hambre cero. Claro, porque sustituir el jamón por una hamburguesa de grillos es la solución. Y tú, con tus malvados filetes de ternera, eres el villano de esta película de Marvel ambientalista. ¡Olvídate del filete! El menú del futuro es un cóctel de insectos con guarnición de tofu. Que las infames vacas son las verdaderas culpables del cambio climático con sus gases. Tú no, tranquilo, tú puedes seguir soltando los tuyos sin miedo... bueno, por ahora. Y si no te gusta la dieta de cucarachas a la parrilla, el problema es tu falta de compromiso. ¡Que eres un insensible medioambiental!
Objetivo 3: Salud y bienestar. Sí, sobre todo el bienestar de los que te venden ansiolíticos, porque con tanto estrés de salvar el mundo y cumplir con los objetivos, ¡no hay cuerpo que aguante! El colesterol se cura, pero la culpa climática, esa te dura toda la vida. Pero no pasa nada, ¡sal al parque a respirar aire puro! Bueno, si vives en las zonas de bajas emisiones.
Objetivo 4: Educación de calidad. Ah, sí, el sueño de toda dictadura moderna: niños que memoricen los 17 objetivos como si fueran los nuevos Diez Mandamientos. Porque ahora resulta que educar no es enseñar a pensar, sino a recitar dogmas: "Reciclar es bueno. Dudar es malo. ¿Carne? ¡Nunca! ¿Opinión propia? Tampoco." Nada de pensar, que eso es demasiado peligroso. ¿Por qué plantearte si todo esto tiene sentido, cuando puedes aprender a dibujar el logo de la Agenda 2030 con ceras recicladas? ¡Pensar está sobrevalorado! Lo importante es recitar: "El planeta es nuestra casa. No a los plásticos. Viva la quinoa." Al cole van niños y vuelven pequeños robots listos para obedecer la próxima moda sostenible.
Objetivo 5: Igualdad de género. Mmm, pero con matices, ¿eh? Porque, por lo visto, parece que ahora hay que pasar un test diario para saber si cumples los nuevos estándares, si no pasas 18 filtros para ser lo suficientemente feminista, te expulsan del club. ¿Qué has dicho algo? ¡Revisión! ¿Qué no has dicho nada? ¡Sospechoso! Da igual lo que hagas: serás juzgado. Y si no apruebas, pues te toca pasar por el purgatorio del feminismo 5.0. Todo muy inclusivo, eso sí. Si no estás en el último grito de las etiquetas, ya eres parte del problema. Chicas, perdón por no llevar el carnet actualizado.
Objetivo 6: Agua limpia y saneamiento. Traduzco: dúchate rápido, pero eso sí, el hotel de lujo con piscina infinity y grifería de oro puede seguir funcionando sin problema. Porque si el mundo se seca, es porque tú te duchas más de cinco minutos. Los campos de golf en el desierto, las fábricas que usan ríos como basureros... eso no importa, eso es progreso. Pero tú, criminal acuático, tú ve cerrando el grifo mientras te lavas los dientes. Mi gota de agua importa, la suya, es VIP y necesaria.
Objetivo 7: Energía asequible y no contaminante. Traducción: compra un coche eléctrico que cuesta lo mismo que un riñón en el mercado negro y que, por cierto, contamina más fabricarlo que quemar tu viejo diésel hasta el Apocalipsis. Y mientras te endeudas para salvar al planeta, las eléctricas siguen cobrando la luz como si viniera directamente de Marte. Pero oye, pon un panel solar en tu balcón de metro cuadrado, ¡seguro que eso ayuda un montón!. Lo importante es que tú te sientas culpable.
Objetivo 8: Trabajo decente y crecimiento económico. Jajaja. Aysss y lo sueltan así, sin despeinarse, "trabajo decente" dicen. ¿Es eso lo que llaman cuando firmas un contrato de prácticas con 35 años? Porque el crecimiento económico lo vemos, claro que lo vemos, siempre hacia arriba... en las facturas del hogar, en la cesta de la compra, en el pago de impuestos…. Para ti, más obligaciones y menos derechos; para ellos, un aplauso por su compromiso con el planeta.
Y así hasta el infinito y más allá, pero no quiero agotar tu paciencia ni el ancho de banda. Porque aquí la cuestión no es que nos hagan responsables de salvar el mundo, sino que lo hagan a costa de meternos en el cerebro un estilo de vida que no elegimos. ¿Qué sería de nosotros sin esta guía moral? Un desastre, seguramente. Menos mal que están aquí para decirnos qué pensar, qué comer, que ponernos y cómo vivir.
Eso sí, les falta un objetivo clave: el color de la ropa interior obligatoria para el día de “salvar el planeta”. ¿Verde esperanza? ¿Azul océano? Da igual, porque ya estamos todos con los pantalones bajados mientras nos dictan cómo ser "buenos ciudadanos globales". Yo apuesto por el verde fosforito, para que se vea bien desde el espacio y nos aplaudan los marcianos.
Y así, mientras te enseñan a salvar el planeta desde tu piso de 30 metros cuadrados, ellos planifican sus vacaciones sostenibles en jets privados con champán sin huella de carbono (pero con burbujas recicladas, claro). Porque en esta fiesta de la sostenibilidad, tú eres el camarero, no el invitado. Aquí todos tenemos que aportar: tú con tus bolsas de basura clasificadas como si fueras Marie Kondo del reciclaje, y ellos con discursos motivadores desde sus mansiones. Pero no te quejes, que esto no es control, ¡es progreso! Y recuerda, si algo sale mal, siempre será culpa tuya por no haber reciclado bien el cartón de la pizza. ¡Qué suerte la nuestra de vivir en esta distopía con etiquetas biodegradables!
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