Primero el filtro, luego ya, si eso, la humanidad
¡El glorioso espectáculo del siglo XXI! Esta época en la que parece que hemos cambiado las reglas del juego: en lugar de “sobrevive primero, preocúpate después”, ahora es más bien “documenta primero, ya si eso después actuamos”. Qué maravilla de generación conectada 24/7, pero que cuando pasa algo importante, parece que a las neuronas no les llega el riego. Vamos allá con este retrato hilarante de cómo el mundo se va derechito a la mierda, mientras lo vamos grabando con nuestro palo selfie.
Imagina esta escena: una mañana cualquiera, alguien sale de casa medio dormida, con esa fe ciega en que el mundo todavía tiene remedio. Camina unos pasos y ve a un grupo de gente en plena comunión tecnológica, todos con los móviles en alto como si estuvieran invocando al dios de las antenas 5G. Sus caras, fascinadas. Miran al cielo como si acabara de aparecer un unicornio volador, o, quién sabe, una oferta del 90% en Amazon.
Pero no, hay un incendio en un piso. Llama al 112 (8:54) con la fe de que le van a decir que ya no hace falta gracias, que ya les han avisado. Pues sorpresa, guapa: NADIE ha llamado antes. Ahí estaban todos, artistas del contenido viral, grabando “La casa en llamas, edición TikTok”, pero lo de avisar, eso no. Para qué, si el edificio ya salía bastante espectacular en un reel. Obviamente, decide tomar las riendas del desastre y, como si fuera la protagonista de una película de acción, se lanza a la puerta del edificio y empieza a aporrear timbres como si vendiera enciclopedias en los 90, avisando a la gente: “¡Oigan, que se les está quemando la casa, salgan rápido!”. Pasa la épica y el drama… y, a los pocos minutos (9:33), le llega un WhatsApp: un amigo que vive a kilómetros le escribe: “Oye, ¿qué pasó con el incendio en tu barrio? Lo están comentando en Twitter”. Maravilloso. Los bomberos aún se están preparando, pero ya hay memes flotando por internet. Lo importante es conseguir el ángulo dramático de la humareda con un buen filtro.
Ahora pasemos a la segunda entrega del show "Humanos: cómo jodernos a nosotros mismos en HD". Carretera cualquiera, accidente brutal, un choque frontal que parece sacado de un guion de "Fast and Furious" pero sin efectos especiales. En uno de los coches, una madre y su hija atrapadas, heridas de gravedad. La escena, desgarradora: ellas luchan por sobrevivir, los bomberos corren para liberarlas y salvar sus vidas, la madre está entre el pánico y el dolor viendo a su hija casi inconsciente… y mientras tanto, ¿qué hace el resto del personal? FOTOS. Montones de fotos y videos. Pero cuidado, que no se les mueva el pulso, porque luego hay que recortar y añadir el filtro cool para que quede bonito.
Mientras tanto, un tipo está en un bar, bien tranquilo. Y al amigo con el que está tomando algo, le suena un aviso en el móvil. Como es normal hoy en día, deja la conversación para mirar y ve una foto espeluznante en su red social: "¡Mira, este accidente parece jodido!". El hombre en shock, sale corriendo del bar. Resulta que su mujer y su hija están atrapadas en ese coche. Y ahí tienes al pobre tipo sufriendo un infarto mientras medio planeta ya está calculando cuántos “Me gusta” les van a caer por haber sido “los primeros en la escena”. La vida de dos personas depende de que alguien reaccione rápido, pero aparentemente es más importante ser viral que ser útil. El foco, las luces, el drama, y de fondo, la frase: “Voy a compartir esto porque es muy fuerte… O sea, súper fuerte, bro”.
¿Qué nos está pasando? Literalmente hemos cambiado la empatía por likes, la humanidad por followers y el sentido común por una serie de filtros de Instagram. Somos ahora esa clase de civilización que, ante el grito de auxilio, piensa “Uy, este encuadre se vería ideal con música dramática de fondo”, “Esto lo va a petar en redes”. Ah, y ojo, que luego seguro habrá un “post de reflexión” en plan: “Hoy he sido testigo de algo que me ha cambiado la vida, os amo a todos”... acompañado de una foto bonita del accidente, por supuesto.
Si en algún momento alguien revive nuestra civilización dentro de mil años, probablemente digan: “¿Qué pasó con ellos? ¿Una plaga? ¿Un apocalipsis nuclear?” Y alguien responderá: “No. Los mató la estupidez”. El mundo se irá a la mierda, pero oye, como mínimo vamos a documentarlo todo en 4K para que quede bonito.
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