Cuando pensar diferente te convierte automáticamente en gilipollas. Bukele, Milei y otros cataclismos que nunca ocurrieron.
¡Los expertos, esos grandes héroes de la humanidad! Esos seres superiores que nunca se equivocan, que no sudan, que no roncan, y cuya misión en la vida es decirnos cómo pensar porque claramente tú, pobre mortal, eres incapaz de atarte los zapatos sin su valiosa guía. Si crees algo diferente a lo que ellos proclaman desde sus tronos de verdad absoluta, no te preocupes, ya tienen el diagnóstico listo para ti: eres gilipollas. Hoy en día ser un pensador independiente es como declararte fanático del chuletón en una convención de veganos. Porque dudar o tener criterio propio es, según parece, un pecado moderno que se paga con la excomunión social. A demás eso de pensar por ti mismo es tan… siglo XX.
Vamos a viajar al pasado. 2019: El Salvador. Un lugar donde las estadísticas de homicidios competían alegremente con las del Congo, pero al menos había libertad de prensa para decir que no pasaba nada. Y de repente, llegó Nayib Bukele, el chico con una gorra para atrás y más carisma que un influencer de TikTok. ¿La reacción de los medios? Apocalíptica. "¡Es un dictador populista!","¡Va a convertir el país en una prisión de bajo presupuesto!","¡Va a llevar el país a la catástrofe!", chillaban mientras encendían alarmas de incendio imaginarias. Y por supuesto, no faltaba quien aseguraba que estaba destruyendo los derechos humanos con su “mano dura” en la lucha contra la delincuencia, como si las pandillas fueran unas amigables agrupaciones de crochet. Porque claro, antes todo iba fenomenal con las pandillas reinando como si fueran los agentes del turismo local. Y si a ti te daba por decir que quizás había que probar algo diferente, ¡pum! Ya eras la idiota, la defensora de dictaduras, enemiga de los derechos humanos y, con suerte, te dejaban acercarte a los demás en el bar a tomarte una cerveza.
Pero mira tú por dónde, el tipo de la gorra decidió ponerse manos a la obra. Y aquí estamos, años después. ¿Y qué ha pasado? ¡Sorpresa, sorpresa! Bukele ganó su segundo mandato en 2024, y lo más irónico es que… ¡ni siquiera las noticias lo cubrieron mucho! Parece que ya no es tan relevante, ¿verdad? Bukele, el “dictador populista”, el “apocalipsis andante”, ha reducido las tasas de homicidios como si hubiera escrito un contrato con Batman, han pasado de más de 100 por cada 100.000 habitantes a menos de 10, una de las caídas más drásticas en la historia reciente de América Latina. ¿Y qué tal la economía? Pues ha crecido un 12% en los últimos años, y el turismo está en auge como nunca antes. Hasta los economistas más pesimistas están que no saben si callarse o inventar un giro argumental. ¿Derechos humanos? Bueno, como todos sabemos, las pandillas no son exactamente un ejemplo de defensa de derechos, ¿no? Pero, por favor, no celebremos, porque las noticias de repente han decidido que esto ya no es relevante. ¡Cosa curiosa! Antes hablaban de él como si fuese Voldemort, y ahora no le dedican ni un subtítulo. Es que a lo mejor aceptar que estaban equivocados sería demasiado disruptivo para su algoritmo de superioridad moral.
Avancemos rápido a 2023 y a esa película de comedia que fue la campaña de Javier Milei en Argentina. ¡Ay, Milei! Con su melena de un videoclip de los 80, un personaje que parecía haber salido directamente de un guion de película de serie B. Los grandes analistas –sí, los mismos de siempre– ya le habían puesto el clavo en el ataúd antes de que pudiera abrir la boca. "¡Es un payaso!", “¡Está loco!”, "¡es un actor de segunda!", decían, con ese tono académico que te hace sentir tonto por atreverte a tener una opinión. “¡Destruirá el país! ¡La economía será el Titanic y él será el iceberg!” Y pobre de ti si llegabas a insinuar que Milei podía tener algo bueno que ofrecer: te lanzaban un “eres un lobotomizado mental”, con la precisión de un francotirador. Solo faltaba que te pidieran la revisión psiquiátrica al instante.
Y hoy, ¿qué está pasando en esa Argentina gobernada por el "payaso" Milei? Pues que está tomando decisiones que, si bien no hacen felices a todos, sí han empezado a dar resultados. La inflación, esa vil demoníaca que llevaba décadas asfixiando a los argentinos, parece que ha tocado fondo y está empezando a ceder. Para 2025 se anticipa que Argentina será el país con mayor crecimiento económico de América, con una proyección del 4,3%. Y Milei, el supuesto loco de la plaza, no se ha convertido ni en dictador, ni en Santa Claus, pero está haciendo algo diferente: lograr resultados. Eso sí, no esperes que esos titulares gloriosos te lo digan. Están ocupados buscando un ángulo donde todavía puedan hacerlo quedar como el villano.
¡Ah, pero qué bonito es mirar atrás y reírse de los predictores de catástrofes! Claro, Bukele pasó de ser el "futuro tirano" a casi un héroe de la región, y Milei sigue haciendo de las suyas, mientras todos aquellos que lo tildaban de inútil comienzan a rascarse la cabeza preguntándose qué pasó con sus pronósticos apocalípticos.
¿Y qué aprendemos de todo esto? Bueno, que ser un “ridículo populista”, un “loco libertario” o cualquier otro adjetivo pintoresco que la prensa escoja, no necesariamente te hace inútil. Mientras los genios de los análisis críticos nos pintaban cuadros apocalípticos dignos del fin del mundo, resulta que las cosas… están yendo bien. El Salvador está en auge y Argentina empieza a ver la luz al final del túnel. ¡Quién lo iba a decir! Ah, claro, los “expertos” no. Por lo tanto podemos decir que la narrativa oficial es como un videojuego: los malos siempre son otros, y los héroes siempre están del lado que te dicen ellos. Cuando Bukele empezó, era un villano. Ahora El Salvador brilla, pero no te preocupes, encontrarán la manera de criticar que los homicidios son “demasiado bajos”. Con Milei, igual. La inflación baja, pero eso seguramente será culpa de los astros, no del loco despeinado.
La moraleja está clara: a veces, un poco de frescura y un enfoque “no tradicional” puede hacer maravillas. ¡A lo mejor deberíamos dejar de escuchar tanto a los expertos y darles una oportunidad a los “ridículos”!
Pero bueno la vida siempre es más fácil cuando la prensa te da masticado todo lo que debes pensar y de paso dejas de ser el GILIPOLLAS, INCULTO que no sabe lo que dice. Así que ya sabes, cuando veas a un “loco” con ideas nuevas, no pierdas el tiempo tratando de entenderlo. Solo apúntale con el dedo como te enseñaron. Aunque, no te olvides de un detalle crucial: aquí los únicos "locos" que realmente necesitamos son esos que tienen las narices de ignorar a los genios del desastre. ¡Larga vida al caos organizado y a los ridículos efectivos!
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