CUIDADO hombre con fiebre: ese héroe caído Ahí está, en su hora más oscura, mi hombre. Todo empezó de forma muy discreta. Bueno, discreta si consideramos que los gemidos y suspiros propios del último aliento de un náufrago son "ruidos discretos". Ahí está mi hombre: respirando con la intensidad de quien sopla las velas de un pastel con fuego eterno, hundido en la cama tras la siesta, con la manta hasta el cuello y los ojos a medio abrir, como si estuviera pronunciando sus últimas palabras . "Cariño... no sé si voy a aguantar. No puedo más" dice con la solemnidad de un general herido. El termómetro marcaba 37,1 grados. Sí, exacto: TREINTA Y SIETE CON UNO. Y ya se ha apuntado para que le incluyan en la próxima misa del barrio. Pero espérate, que llega a los 38 grados y la situación se descontrola. Para entonces ya ha asumido que esta fiebre lo llevará "al otro lado". Se aferra al colchón con toda la pasión que no puso nunca a hacer deporte, susurra...
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Mostrando entradas de enero, 2025
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El Padre del año y su futuro Nobel: ¿En ciencias? No, en excusas La escuela, ese microcosmos donde se forjan las futuras estrellas del mañana... o eso creen algunos padres. ¡Porque claro! Su hijo, ese querubín divino que apenas sabe atarse los zapatos pero es, según ellos, una especie de Einstein renacido, o un Messi con botas mágicas y o un Beethoven en potencia. Vamos la superestrella de aquello que más fascine a ese padre. Estos padres viven para el mantra de “mi niño es único, brillante y claramente superior, pero ese maestro, ese entrenador, (o el que toque), no reconoce su genio, lo está oprimiendo.” Ay, amigo, bendita ceguera. Vamos a centrarnos hoy en el ámbito escolar. De toda la vida hemos tenido las adorables clases de apoyo, ¿verdad? Un sitio digno para que los pobres rezagados no retrasen la inmaculada marcha del “Resto de la Clase.” Y ahí estaba, por supuesto, nuestro protagonista, el Padre Estelar diciendo con una magnanimidad digna de un premio Nobel: “Qu...
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Justicia lenta, pero humillante: una sátira en toga y martillo ¡Oh, gloria celestial sea dada al divino azar cósmico que hasta hoy me ha ahorrado la necesidad de pisar un tribunal! Ese paraíso de rectitud e imparcialidad, donde todo el mundo tiene su parte justa y equilibrada de verdad… siempre que no te toque, claro. Porque, ojo, las historias que se cuentan de los pasillos de la Justicia son dignas de un reality show surrealista con guion escrito por Kafka y dirigido por los Monty Python. No, de verdad, qué privilegio escuchar esas leyendas: que si la justicia es lenta, lento también fue el renacimiento de los dinosaurios en Jurassic Park y mira, al final llegaron, que si todos somos iguales ante la ley, pues yo lo veo más bien como un buffet no libre: a unos les dan langosta y a otros arroz blanco. ¿Y los que deciden que te va a pasar? Pues a veces parece que tienen como hobby jugársela al piedra, papel o soborno. Pero, lo de esta semana… Ay, qué joya, el caso del siglo...