La Agenda Woke: Cuando la Inclusividad se Come la Lógica

La agenda woke, esa ola de corrección política que, por alguna razón, ha decidido que todos los productos culturales del planeta deben ser un curso intensivo de diversidad y aceptación. ¿Películas?, ahora no sabes ni de qué van, porque, claro, lo importante es cumplir con todos los checkboxes de lo "correcto". ¿El protagonista? Que no sea blanco, por favor. Que ya es hora de dar espacio a todos esos personajes de razas y orígenes diversos, porque, como bien sabemos, las historias de siempre sobre gente blanca, hetero y de cierta complexión son una barbaridad colonialista que ni el mismísimo Cervantes habría firmado si hubiera sido consciente de lo que venía. Y es que ya no importa que la trama tenga sentido, lo que importa es que todos se sientan representados, aunque no sepas por qué el personaje principal está haciendo algo totalmente random por simplemente, ya sabes, inclusividad. Ya nadie se acuerda de que el cine, en su momento, también servía para contar historias.

Pero eso no es todo, ¡no! Ahora también tenemos que tener género no normativo, que no falte. Que si el protagonista es trans, o queer, o fluidamente poliamoroso (porque claro, todo el mundo sabe que en medio de una misión de salvar al mundo es vital que el héroe también se esté cuestionando su identidad de género). Y si no tienes claro qué género tiene el personaje, no te preocupes, porque en algún momento de la película te lo van a recordar, porque es como un acuerdo moral, no te vaya a pasar que pienses que el personaje es lo que parecía al principio, ¡eso sería terriblemente excluyente!

Y ni hablemos de los gordos, perdón personas con diversidad corporal. Ah, los gordos. Olvida esas figuras delgadas, tonificadas y perfectas que ocupaban el centro del cine en el pasado. Ahora lo que importa es que el protagonista tenga un cuerpo más "real". Ya sabemos que el michelín es el nuevo six-pack y Rubens tenía razón, ¡los cuerpos curvados son los que molan!  ¡no hay nada más inclusivo que un buen michelín que no se avergüence de sí mismo! Es más, ahora parece que si el personaje no es gordo, ¿realmente está cumpliendo con los estándares de la sociedad moderna?. ¡Eso sería tan de los 90s! Y si el protagonista se echa a correr, pues que se eche, que ya se inventarán alguna excusa para que su peso corporal no sea un inconveniente. ¡Que se note que es real! El único objetivo es que todos se sientan cómodos, incluso si para eso tenemos que dejar de lado el guion y que no haya lógica alguna en la trama. ¡Los gordos también merecemos salvar el planeta!

Y si piensas que la trama sigue siendo importante, olvídalo. Ahora la trama es un conjunto de elementos superpuestos de diversidad, como un mosaicito de buenas intenciones, donde lo que importa no es tanto qué pasa en la historia, sino cuántos grupos están representados. ¿La historia tiene sentido? mmm no. ¿Está bien construida? Mmmm tampoco . ¿Es coherente? Pues… para nada. Pero, ¿por qué preocuparse por detalles tan vulgares? Lo importante es que cada minoría se vea reflejada. ¡Bienvenidos a la era de la película sin alma! Y si en medio de todo eso la historia tiene un poco de coherencia, ¡mejor que mejor! Pero si no, oye, "es que el mensaje es lo que importa", y si no lo entiendes, ya sabes, eres un carca retrógrado y facha.

Y claro, no olvidemos lo más importante de todo: la reescritura de la historia. ¡Porque todo lo que hicimos antes, amigos, está mal! Todo era racista, sexista, homófobo… Y ya estamos los de este siglo, para explicarlo bien. Las películas de los 80 no pueden existir. Esas donde el negro moría primero, el latino estaba en el papel de camarero simpático y la mujer solo servía para gritar cuando el malo le apuntaba con una pistola. ¡Eso ya pasó! Ahora, si tienes un protagonista blanco, heterosexual y con cuerpo de gimnasio, tienes que hacer un mea culpa en la primera escena, porque claramente no estás haciendo nada bien. Ahora estamos en el siglo XXI, todo lo que se hizo antes era colonialismo, racismo y homofobia. ¡Así que adiós a la tradición! Si tenemos que hacer que Cleopatra sea una mujer de origen asiático, o que el sheriff de un pequeño pueblo del Viejo Oeste sea un hombre chino transgénero que se dedica a enseñar yoga y hacer mindfulness, ¡pues se hace! No pasa nada. ¡Ah, la inclusividad forzada, qué imágenes nos esta dando!¿El término medio? ¿Para qué?

Así que, en lugar de una película épica con una trama bien pensada, ahora nos queda un cóctel de narrativas sin sentido, personajes sin profundidad, y sobre todo, con una buena dosis de moralidad que te hará sentir culpable si no aplaudes todo lo que “hemos avanzado”.

Y ahora, ¿qué hacemos con todo esto? Sabes lo que digo yo, que vaya vida triste tienes que tener para que te preocupe tanto la vida de tu vecino. ¡Que viva la libertad, amigos!. Que cada quien viva como quiera. Si quieres comer hamburguesas de tofu, pues te las comes, déjame a mi comerme mi chuletón. Si te apetece ser un superhéroe de múltiples géneros y razas, pues a volar. Y si te quedas con el clásico personaje blanco, heterosexual y delgado, pues a volar también. Porque lo que importa de verdad es que todos podamos decidir lo que queremos ver, lo que queremos ser y lo que queremos hacer. La vida es demasiado corta para pasársela exigiendo que el resto haga lo que a ti te parece “lo normal y adecuado”. Así que, por favor, deja ya de ser la vieja del visillo. Que cada quien se preocupe de vivir su vida y no de cómo la viven otros. Es la única manera de que todos tengamos una vida un poquito más feliz, sin tantas presiones absurdas. Además, que bastante tenemos ya con lo que tenemos…

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