Conversando con GPT Cada día alucinando un poquito más, ¿no te pasa a ti también? O soy yo, o este país se ha convertido oficialmente en una tragicomedia de proporciones bíblicas. En fin, que yo, como bien sabéis, ya andaba con mi hartazgo bien fermentado y ese asquito generoso que me da todo lo relacionado con la clase política española, un asco que ya me viene con denominación de origen, ojo, cuando, en un momento de inspiración desesperada, se me ocurre hacer lo impensable: preguntarle al ChatGPT . Sí, sí, al robot. Al algoritmo. Al ente de silicio con más sentido común que todo el Congreso de los Diputados junto. Así que le suelto, como quien no quiere la cosa: “¿Podrías hacerme una lista completa con todos los problemas y cosas que no están funcionando bien en España?” Y el bicho, con una educación exquisita (como si no acabara de soltarle una bomba existencial), me responde: “Claro, puedo ayudarte con eso.” ¡Ay, ingenua de mí! Pensé que me iba a tirar dos o tres co...
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Exportamos sentido común y nos quedamos sin stock Vamos a ver ¿alguien me puede explicar esto como si yo fuera tonta? Que seguro que lo soy, ¿eh? Es más, soy una pastora analógica perdida en un mundo de algoritmos, sin máster en geoeconomía cuántica ni cuenta actualizada en LinkedIn. Pero así, desde mi humilde ignorancia, me da la sensación de que estamos gestionando esto del mercado global como quien monta un mueble de Ikea sin instrucciones: con entusiasmo, pero con los tornillos en el riñón y la estantería colgando del techo. Porque, por lo visto, la lógica económica del siglo XXI se resume así: tú produces cosas en tu país, bien hechas, con cariño, fresquitas, con mimo, con manos de gente que cobra en tu moneda y vive en tu calle… y en lugar de consumirlas tú, ¡zas! Las vendes fuera. ¿Y entonces qué comes tú? Pues lo que venga de fuera, claro. ¡Faltaría más! Comer lo que tú produces… eso es de loser, de protohumano, de señora que aún lleva faja y va al mercado con carri...
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Cuando se muere de éxito o más bien, se transforma en un parque temático de lo que fue Morir de éxito. Qué concepto tan bonito, ¿verdad? Aunque, en realidad, más que morir, habría que decir que se sufre una especie de transformación mágica, como la oruga que se convierte en mariposa… pero al revés. Porque claro, cuando algo funciona demasiado bien, cuando brilla como un faro en la oscuridad, ¿qué pasa? Pues que todo el mundo lo ve, todo el mundo se entera, todo el mundo quiere ir, probar, hacerse una foto, subirla a Instagram, ponerle un filtro y decir que ha descubierto un sitio “auténtico. Aunque también te digo, si lo puedes encontrar con el hashtag #auténtico, ya no lo es. Y ahí, mis queridos amigos, empieza el principio del fin. O bueno, la metamorfosis. Porque lo que antes era especial, con personalidad, con esencia, con historia, se convierte en una especie de parque temático diseñado para el turista, el influencer, el cuñado cultureta y el grupo de despedida de sol...